Hay una cuestión de “Los
siete pasos del Amor” que siempre crea un poco de confusión y un
bastante de polémica: El tema del perdón. Por eso me gustaría hablar un poco
sobre como entender el perdón en el camino hacia el amor.
En primer lugar, para mí el odio está ubicado en
el segundo paso del amor. Cuando nos enfrentamos a las pasiones, la línea que
separa el amor del odio es muy delgada.
El odio es la pasión que sobreviene cuando el
objeto de mi deseo no cumple con las expectativas que me he creado sobre él. Y
eso significa que la causa del odio, al igual que la del amor, no está en el
otro, sino dentro de mí. Por lo tanto, yo soy el único que puede dejar de
odiar.
Ahora bien: ¿Qué motivos puedo tener yo para
perdonar a alguien que me ha hecho mucho daño? Realmente no hay ninguno, es una
cuestión de elección. Amor y odio son energías contrapuestas, cuanto más de
uno, menos de otro.
El odio nos permite seguir ligados
apasionadamente a eso otro que un día amamos, aunque ahora no queramos saber
nada de él. El odio nos cierra a la experiencia del amor, porque al destinar
nuestra energía al otro, nos impide destinarla a nosotros mismos, que somos la
fuente del amor.
Odiar no es un juicio respecto de lo bueno o malo
que alguien es, odiar es una elección sobre lo que quiero en mi vida. De la
misma manera, perdonar no es un juicio sobre lo que me hicieron o dejaron de
hacer, sino un acto para desprenderme de ese alguien que puede que me hiciera
daño.
Somos los únicos que tenemos acceso a nuestras
emociones, es el maravilloso regalo de ser humanos, tener la capacidad de
pensar sobre ellas, de convertirlas en sentimientos, es el ejercicio de nuestra
libertad.
Sólo tú puedes decidir qué quieres sentir, aunque
no puedas decidir la calidad emocional de tus experiencias.
El odio actúa como la grasa en un vaso de
cristal. Por mucho que lo llenemos de agua, si la grasa permanece, nadie querrá
beber en él. Sólo tú tienes el poder de limpiar el vaso o dejarlo sucio. Las
causas de por qué está manchado no importan, sólo es importante lo que quieras
hacer ahora.
Y ahora es el momento para, definitivamente,
limpiar nuestro vaso. Este es uno de los objetivos de “Los
siete pasos del Amor”, conocer nuestras manchas para acertar con el
detergente más adecuado.
No pueden coexistir amor y odio, perdonar es el
primer acto de amor incondicional que podemos hacer, no hacia otros, sino hacia
nosotros mismos. Porque perdonar es descubrir que la fuente del amor nace en
nosotros. Y cuando descubrimos esto, una nueva primavera amanece en nuestro interior.
Los siete pasos del Amor
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